Nuestra historia
Ubicada al este del departamento de Paysandú (Uruguay), a 25 Km. al norte de Pueblo Morató, centro poblado cercano a la estación de ferrocarril Tres Árboles. El casco de estancia, un complejo edilicio rural, que incluye la casa habitación de los propietarios, conocida por los lugareños, como Castillo Morató, nombre generalizado también, en la actualidad a todo el establecimiento, fue construida en estilo renacentista.
La residencia familiar, cuenta desde sus inicios, con agua corriente, con un gran depósito subterráneo, luz eléctrica y línea telefónica. Desde sus entrañas, se dice, pasa un antiguo túnel, con una entrada que está en dirección a la costa del río Queguay Grande, donde los indígenas, solían pescar. Esa gran construcción rural, se erigió entre 1902 y 1904, por encargo del comerciante Francisco León Barreto, quien compró el predio en 1889. El Quím. Farm. Ovidio Morató, administrador del bien desde 1910 -como yerno de su fundador, en la sociedad que constituyeron Francisca, viuda de Barreto y su hija y, esposa de Morató, Ascensión-, fue quien culminó totalmente la obra, en 1916, al agregar en el perímetro del castillo, un jardín con empedrado portugués, de moda a fines del siglo XIX. A él se le debe la fundación del poblado homónimo en 1933, otro aporte a la gestación de la modernización rural, comenzada en la década de 1870.
Durante la época fundacional, se construyeron los galpones para Esquila y de Cabaña (1902 – 1904), también de estilo renacimiento. Otros edificios de diferentes épocas, la casa del Capataz y antigua pulpería, también llamada “Botica” (1850), la casa del Contratista (1900), la casa del Quintero (1862) y la casa del Personal, que figura como en dos casas: vivienda del encargado (1862) y antiguo Juzgado del Queguay (Siglo XIX), integran el casco del establecimiento hecho a nuevo y las restauraciones de los vestigios de los siglos anteriores, todas de material, ante la preocupación por el cuidado sanitario y de buena ventilación de los ambientes, así como el combate al “mal de chagas”, endémico, por aquellos años, con la erradicación de los ranchos de adobe y paja. También, fue una época de un importante refinamiento de la ganadería del Uruguay, tanto en los vacunos, como también en lanares y yeguarizos.
El establecimiento, es un ejemplo de vanguardia por su sistema de producción integrado. Por la calidad de los materiales utilizados, aún hoy, se conserva, una línea de alambrado de 6 km. de 1890 y los posteriores, instalados en las primeras décadas del siglo XX. Los eucaliptos plantados, fueron de los primeros en el país, de la variedad rostrata, en 1920, en homenaje a los 100 años del fin de la Revolución Oriental y, por la alta calidad de la crianza, fue uno de los establecimientos, grandes proveedores del Frigorífico Anglo. Protagonista de uno de los primeros tambos industriales del país, con exportación de dulce de leche, quesos tipo Chubut y manteca, para consumo en la Mala Real Inglesa. Sus caballos, fueron de los más cotizados para deporte, paseo o tiro, criados en terrenos pedregosos por generaciones, como forma de fortalecerlos. Desde fines de 1910 y hasta el presente, “Barreto & Morató”, es la propietaria de la producción agropecuaria.
Sus orígenes históricos se remontan al siglo XVII, como frontera entre los tapes -asentados en un gran burgo rural dispersos en un extenso territorio de habla guaraní- y los charrúas, minuanes y otras tribus nómades de lengua propia, eran linderos en el extremo sur de la estancia jesuítica misionera guaraní de Yapeyú, cuyo límite llegaba hasta la costa del río Queguay Grande, donde se emplazaba el puesto posta San Juan Bautista, sitio de vigilancia de tierras y ganados, legado de los muros, cercos y corrales de piedra en perfecto estado de conservación, en donde se destacan: un gran corral de forma elíptica de 4,5 Km., uno circular de 86 mt. de diámetro (100 varas españolas de Paraguay) y una media luna, de encierro de los caballos. En ese sitio, se amansaba el ganado cimarrón, que distintas arreadas, de principios del siglo XVIII, pasaban por allí, de la Vaquería del Mar.
Así, el ganado matrero se convertía en “estante” o manso, origen de la palabra “estancia”, como la conocemos actualmente en el Río de la Plata.
En el siglo XIX, se destaca entre sus antiguos propietarios, el primer presidente constitucional de la República Oriental del Uruguay, Fructuoso Rivera, quien tuvo allí, su casco de estancia, cuya casa-habitación, por tradición oral, se afirma era la capilla del puesto posta jesuítico misionero guaraní. También, fue fuente de inspiración del autor de “La tierra purpúrea”, William Henry Hudson, cuando en 1868, visitó el lugar, según se desprende, de su diario de viaje.
El presidente Máximo Tajes, a fines del siglo XIX y, el caudillo Aparicio Saravia, a principios del siglo XX, entre otros, registran su pasaje por allí. Entre los años 1904 y 1962, se lo conoce como un establecimiento agropecuario progresista, por su modernismo, la fundación de un pueblo y el planteo autosuficiente.
En el siglo XXI, la familia Morató, plantea el gran desafío, de poner en valor el sitio, como paisaje cultural y de entretenimiento agroecológico, de esa pequeña muestra, representativa de la extensa pradera, heredada de la antigua Banda Oriental.